PARROQUIA DE SANTA LUCÍA DE CHÍA

1.- IDENTIFICACIÓN

DENOMINACIÓN

PARROQUIA DE SANTA LUCÍA DE CHÍA

OTRAS DENOMINACIONES

IGLESIA DOCTRINERA DE CHÍA

CLASIFICACIÓN

ARQUITECTURA

DATOS CRONOLÓGICOS

SIGLO XVII

AUTORÍA

ALONSO HERNÁNDEZ

PAÍS

COLOMBIA

DEPARTAMENTO / PROVINCIA / ESTADO

CUNDINAMARCA

LOCALIDAD

CHÍA

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2.- GEORREFERENCIACIÓN

Coordenadas Google Maps: 

Latitud: 4.85876

Longitud: -74.05866

Imagen aérea vertical / Plano de Localización

3.- DESCRIPCIÓN

PUEBLO DE INDIOS

Desde mucho tiempo antes de la llegada de los españoles, Chía era un asentamiento muy destacado y uno de los más importantes de la Altiplanicie colombiana. Su nombre, que significa Luna en lengua prehispánica, era el otorgado al heredero del cacique de Bacatá, posterior Bogotá, siendo por tanto asiento del cacicazgo y lugar de residencia del Zipa. De esta particular circunstancia se evidencia el sumo interés despertado por los españoles para la conformación de este pueblo tan cercano geográficamente a la ciudad de Santa Fe, sede de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada. El lugar destacado a ocupar por la iglesia de doctrina en este emplazamiento es manifiesto, convirtiéndose en el núcleo de la evangelización y de control de la población. Hoy día, este pueblo sigue manteniéndose aunque ha perdido gran parte de los elementos originarios, inscribiéndose en el ámbito departamental de Cundinamarca. A principios del siglo XVII se procede a realizar las visitas pertinentes a diferentes pueblos del Altiplano, una de estas inspecciones se efectúa en Chía en el año 1604 de donde se extrae información de varios aspectos de la vida de los indios y de sus condiciones particulares. Esta visita será efectuada por el licenciado Diego Gómez de Mena, oidor y visitador general de la Real Audiencia neogranadina que era, al parecer, el más antiguo en el desempeño de este cargo. La visita tendrá lugar en junio de 1604 y con fecha del día 21 1 de este mes se emite un informe destacando las obras de construcción del templo, resultando ser muy pesimista en cuanto a la estructura con la que estaba empezando a conformarse la iglesia de doctrina. Al parecer, se había comenzado a construir una iglesia de adobe con sus rafas de refuerzo, estando elevada una tapia del suelo. Lo edificado hasta el momento no cumplía con las exigencias propias de una buena construcción por lo que se ordena su derribo.

DOTACIÓN ARQUITECTÓNICA

En el pueblo de Chía, encomendado en don Juan de Artieda, se evidencia la existencia de una iglesia anterior, construida con bahareque y paja, como tantas otras del último cuarto del siglo XVI. Por otra parte, Juan de Artieda debía buscar algún oficial que se pueda hacer cargo de las obras de construcción del templo. Una vez lo hubiera encontrado debían presentarse en la Audiencia para que se concertaran ambas partes y se pudiera llegar a un acuerdo de construcción, beneficioso para ambos. La escritura que se derivaría de esta reunión y las condiciones que debían figurar en ella debían ser las dadas y concertadas en otros contratos de obras, que se habían redactado para la construcción de las iglesias de doctrina de otros pueblos del Altiplano. El 17 de julio de 1604 se firma finalmente el contrato de obras para la construcción de esta iglesia 3. En el preámbulo del texto el encomendero Juan de Artieda realiza un alegato sobre las obras ya construidas y la situación real del edificio. En este sentido, corrobora la existencia de una iglesia previa de bahareque y paja que resultaba insuficiente en sus dimensiones para dar cabida a la población de Chía, que era un repartimiento muy numeroso. Afirma que en la plaza del pueblo se había comenzado a construir en los años anteriores un nuevo templo a cargo del oficial albañil Alonso Hernández, que se hizo cargo de él mediante concierto. Este oficial había sacado los cimientos en toda su extensión y sobre algunos de ellos había empezado a levantar algunos lienzos de pared. Por otro lado, se había empezado a abrir las zanjas para conformar los cimientos de contención del arco toral que debía establecer la diferenciación entre la capilla mayor y su única nave. Y por último, se habían empezado a hacer los cimientos de la sacristía. Las dimensiones generales del edificio parecían ser suficientes para acoger la población, siendo de 170 pies de largo por 32 de ancho. La cimentación resultaba fuerte, pero con la adición de algunas rafas de piedra el edificio quedaría bien conformado para soportar el peso de la cubrición. En cumplimiento de la sentencia que se le impuso a Artieda, se embargó el importe por valor de una tercera parte de los gastos de obra y se obligó a buscar un oficial competente que se hiciera cargo de la construcción. El encomendero decide concertarse de nuevo con Alonso Hernández, con quién se personó en la Audiencia para establecer y fijar las condiciones con las que se debía construir el templo. Se decide aprovechar la cimentación hecha y por lo tanto se respeta las dimensiones generales del templo, que se considera suficiente. Sin embargo, se impone como condición que se conformen ocho estribos de piedra, cal y ladrillo que ayuden a contener los empujes de las paredes y su cubierta. Estos estribos debían tener cimientos propios que debían trabarse a su vez con los generales. La altura general se fija en 6 tapias. La iglesia, separada por el arco toral, debía tener en la capilla mayor un altar que debía ubicarse dentro de una hornacina que debía realizarse en el muro testero. Este altar estaría rodeado por un pretil o baranda elevada por unas gradas del suelo. Esta disposición, al parecer, sería la misma de la iglesia de Guasca de la Real Corona, la cual se toma como modelo en la descripción de esta capilla. En los pies del templo se anexaría un pequeño soportal de 10 pies de profundidad. La portada principal debía realizarse con ladrillo, dispuestos de tal manera que en su despiece conformara un arco de medio punto. Este muro ascendería por encima de la línea del tejado, sirviendo de base para la disposición de una espadaña de dos ojos, es decir, con dos ventanas rematadas por arcos de medio punto que cobijarían dos campanas con que llamar a la misa. El cuerpo de la espadaña se diferenciaría con la incorporación de una cornisa que separaría la fachada en sus dos vertientes, de cierre del templo y de campanario. Las directrices establecidas para la sacristía se mantienen a lo ya construido, debiendo proseguirse su construcción con las dimensiones y con las condiciones con que se había comenzado a levantar años atrás, aunque con la salvedad de tener que conformar una portada de ladrillo en su acceso desde la capilla mayor. Se menciona, igualmente, la obligatoriedad de abrir ventanas en el cuerpo de la iglesia, en la capilla y en la sacristía, aunque no se establece su número ni su ubicación, dejando este apartado al criterio del oficial, que tras levantar el edificio debía entregarlo encalado tanto por el interior como por el exterior. Además de la armadura se establece como condición la realización de otros elementos de carpintería. Entre ellos destacan las puertas clavadizas destinadas a cerrar la portada principal y la entrada a la sacristía desde la capilla mayor. El plazo estipulado para la construcción de esta iglesia se fijó en dos años que empezaba a contarse desde el día siguiente de la emisión del contrato. Hernández debía percibir por su trabajo 1.200 pesos de oro de trece quilates librados por el sistema de tercios.

TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS Y MATERIALES

Nivel de protección

Estado de conservación

Observaciones

A mediados del siglo XVIII la situación del templo de Chía era bastante lamentable. La estructura general amenazaba ruina, existiendo grave peligro para su conservación. Es por ese motivo que el cura doctrinero y vicario del pueblo de Chía, don Miguel de Sarmiento, decide informar a las autoridades de esta precaria situación, motivado por la esperanza de que se librara el dinero necesario para reparar el edificio y consolidarlo. La solicitud se firma en Santa Fe el 6 de marzo de 1767, quedando a la espera de la decisión a tomar por las justicias sobre este asunto. La actual iglesia de Chía es de tres naves separadas por dos hileras de arcos de medio punto que descansan sobre columnas de orden dórico. Éstas se cubren con bóvedas y culminan en la cabecera de planta circular, donde se dispone el retablo mayor de madera sobredorado. Debemos mencionar la existencia de puertas de acceso a las calles que flanquean la plaza mayor y que debieron sustituir a las originales. Estas puertas marcaban el paso hacia el centro neurálgico del pueblo donde se alzaban los edificios más importantes y representativos del pueblo, y daban carácter al urbanismo centralizado desarrollado por la política española. Algunas de las puertas de Chía no se ubican en la unión entre la calle y la plaza sino que se retrotraen hacia en interior de la vía.

4.- FUENTES DE INFORMACIÓN

4.1. BIBLIOGRAFÍA

  • CHICA SEGOVIA, Angélica. El estudio de los aspectos histórico- tecnológicos de las iglesias de pueblos de indios del siglo XVII en el Altiplano Cundiboyacense como herramienta para su valoración y conservación (tesis de doctorado). Bogotá, Colombia: Universidad Nacional, 2015.
  • Reseña histórica. Parroquia de Santa Lucía de Chía. https://es.scribd.com/document/421896454/Resena-Historica-de-La-Parroquia-Santa-Lucia-de-Chia-Desde-El-Ano-1
  • ROMERO-SÁNCHEZ, Guadalupe. Los pueblos de indios en Nueva Granada. Granada: Editorial Atrio y Universidad Nacional de Colombia, 2010a.
  • ROMERO‐SÁNCHEZ, Guadalupe. Iglesias doctrineras y trazas urbanas en Nueva Granada. Granada: Editorial de la Universidad, 2012, pp. 585-592.
 

4.2.- DOCUMENTACIÓN

4.3.- OTRAS FUENTES (crónicas, anales, etc)

AUTOR/A DE LA FICHA

GUADALUPE ROMERO SÁNCHEZ