La población carecía de una iglesia decente donde celebrar misa y educar en la religión cristiana a los naturales, es por eso que el encomendero se concierta con el oficial albañil Alonso Hernández y el 10 de abril de 1604 se firma el contrato de obra.
Alonso Hernández fue uno de los albañiles de comienzos del siglo XVII en quien recayó la obligación de construir algunas de las iglesias doctrineras de los pueblos de naturales que se iban conformando en el Altiplano, de hecho el 24 de junio de 1600 firmaría el contrato para edificar la iglesia de Usaquén, el 7 de mayo de 1603 7 se comprometería a levantar la de Tenjo y el 17 de julio de 1604 la del pueblo de Chía, a las que unimos ésta de Tabio y probablemente otras mas de las que no tenemos constancia documental hasta el momento.
La iglesia doctrinera que se contrata, y que se debía hacer en la plaza del pueblo de Tabio, comprendería cuarenta varas de largo y once de ancho, contando en esta última medida el grueso de las paredes. El templo resultante tendría 33.44 metros en cuanto a la longitud y 9.19 metros de anchura incluyendo el área de los cimientos que son de vara y media, o lo que sería lo mismo 1.25 metros.
A pesar de todas estas precauciones era tal el número de obras que estaban en proceso de construcción en este momento, tan lentas las concesiones de dinero y tan amplio el trabajo de los naturales que algunas veces no se podía cumplir con las condiciones del contrato.
El 9 de marzo de 1613 se da un auto informando de que la obra estaba todavía por los cimientos y que no se había levantado ninguna de las tapias, es por ello, que se genera un gran malestar porque los naturales seguían sin contar con un espacio digno donde poder celebrar los oficios y educarles en la fe cristiana. Como consecuencia, encarcelan a Alonso Hernández y le ofrecen dos posibles soluciones, una que a costa de sus fiadores y suya propia pagasen a algún oficial que edificara el templo siguiendo las condiciones del contrato, y otra que fuese él mismo quien en un breve espacio de tiempo se comprometiera a acabarla. Finalmente le ponen en libertad tras adquirir el compromiso de hacer la obra en el plazo de un año, dando nuevas fianzas para ello. El oidor Gabriel Martínez de Carvajal efectuó una nueva visita al pueblo de Tabio emitiendo el inventario de los bienes de su iglesia el 28 de septiembre de 1638 17, ante la presencia de su cura doctrinero. En su informe se nos habla de un templo muy bien construido, con la armadura bien dispuesta con sus tirantes pareados, con arco toral divisorio, capilla de bautismo, sacristía y con la capilla mayor cubierta con pinturas murales en cuyo interior se asentaban tres altares, con cubierta de tejas y con buenas puertas de madera. Por otro lado, debemos destacar la existencia de un Sagrario de madera sobredorado, de una escultura de bulto redondo de Jesucristo, de otra con la representación de Nuestra Señora del Rosario que pertenecía a la Cofradía, de dos pendones, de una escultura de una cuarta de altura de San Antonio de Padua. Además, reseñamos la existencia de una pila de piedra para agua bendita y de una pila de bautismo de cantería con su basa y sumidero.
Durante el siglo XIX y principios del siglo XX se produjo un florecimiento económico bastante intenso en la Región en la que se circunscribe el pueblo de Tabio, crecimiento que también se dio en otras partes del Altiplano Cundiboyacense y que tuvo, como una de sus principales consecuencias, un incremento de la población.
Es por ello que en algunos casos estas iglesias, que habían sido de doctrina, se hicieron pequeñas no pudiendo albergar a todos sus habitantes. Muchas veces, los templos que sobrevivieron hasta el siglo XX presentaban señales de deterioro y se hacia necesaria su reparación parcial o total, optándose por su destrucción en los casos mas necesarios, edificando un templo mas suntuoso y amplio donde se diera cobijo al grueso de la población y fuese un reflejo de este crecimiento económico. Todo ello hace que en la actualidad muchas de las iglesias doctrineras de los departamentos de Cundinamarca y Boyacá hayan desaparecido, o se hayan visto tan alteradas en su conjunto, que se hace casi imposible vislumbrar los elementos originales de su primera construcción. En otros casos han conseguido mantenerse en pie y con pequeñas o amplias modificaciones conservan, en grandes rasgos, su estructura primigenia e incluso sus pinturas murales como son los casos de las iglesias de Turmequé y de Sutatausa, igualmente localizadas en el Altiplano Como consecuencia de este crecimiento económico y del aumento poblacional, la actual iglesia de Tabio, que ocupa el espacio de la anterior doctrinera, no conserva nada de lo que había sido el templo de evangelización. Las dimensiones son mucho mayores y no se corresponden con el perímetro de la iglesia doctrinera levantada de una sola nave, la manufactura es además mucho mas elaborada datada en el siglo XIX o principios del siglo XX. No encontramos a simple vista evidencias o restos de la antigua construcción y tampoco contamos con documentación que nos permita seguir analizando la construcción que ha llegado hasta nosotros.
Llama la atención la extraordinaria semejanza de esta iglesia con la del pueblo vecino de Subachoque.