IGLESIA DOCTRINERA DE OICATÁ

1.- IDENTIFICACIÓN

DENOMINACIÓN

IGLESIA DOCTRINERA DE OICATÁ

OTRAS DENOMINACIONES

PARROQUIA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE OICATÁ

CLASIFICACIÓN

ARQUITECTURA

DATOS CRONOLÓGICOS

25 DE JUNIO DE 1601

AUTORÍA

RODRIGO DE ALBEAR

PAÍS

COLOMBIA

DEPARTAMENTO / PROVINCIA / ESTADO

BOYACÁ

LOCALIDAD

OICATÁ

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2.- GEORREFERENCIACIÓN

Coordenadas Google Maps: 

Latitud: 5.5956869

Longitud: -73.3080545

Imagen aérea vertical / Plano de Localización

3.- DESCRIPCIÓN

PUEBLO DE INDIOS

Los repartimientos de Oicatá y Nemuza pertenecían a la encomienda de Miguel Ruiz, mientras que el pueblo de Chivatá estaba integrado en la Real Corona. A la llegada del oidor Luis Henríquez, los naturales de estos repartimientos se encontraban dispersos por lo que el 9 de octubre de 1600 se emite un auto de población conjunto para la configuración y construcción de 2 pueblos donde se congregase a la totalidad de la población. El primero de estos pueblos se realizaría en un punto intermedio entre Oicatá y Nemuza y estaría destinado a reunir a los naturales de ambos asentamientos, que se distribuirían en barrios diferenciados.

La elección del lugar le correspondía al juez poblador, aunque éste debía contar con la aceptación del padre doctrinero.

Una vez elegido el terreno se señalaría, en su superficie, la traza urbana para su conformación, delimitando los solares donde se debían edificar sus edificios más característicos, así como los destinados a viviendas para los naturales. En primer lugar se elegiría «… el sitio mejor y más superior el neçesario para la iglesia, que tenga çinquenta y quatro varas de largo y doçe de ancho para çimientos, estrivos y //607v gueco ella,…», denotando la mayor importancia que adquiere este edificio en la configuración de los pueblos de indios. Pero, mientras se construía este templo se levantaría una ramada provisional donde se congregara a la población los domingos y festivos. De esta manera, la doctrina no se vería interrumpida.

Delante de la iglesia se delimitaría el espacio de la plaza que tendría un mínimo de 70 varas en cuadro, pudiéndose dotar de mayores superficies en razón de su funcionalidad o de las necesidades concretas de la población. A un lado de la iglesia doctrinera se realizaría la casa cural de 25 varas cuadradas o más y en el otro lateral la vivienda del cacique, que tendría la misma estructura y las mismas dimensiones que la del padre doctrinero. Este hecho denota la existencia de un mismo tratamiento social a ambas personas en la realización de la traza urbana, al ubicarlas en los laterales de la iglesia y al entregarles una misma porción de tierra. En los frentes libres de la plaza se construirían las casas de los capitanes y, en éstas y en los terrenos colindantes, las viviendas del resto de los naturales. A éstos se les designaría un solar de 20 varas cuadradas destinados a vivienda, despensa y corral. En cuanto al trazado de las calles se establece lo siguiente:

“ … y las calles queden limpias y deservadas de seis varas de ancho entre cada ochenta varas en quadro, por la forma que se a dicho en las demás nuevas poblazones, y a este modo y al dicho nuevo sitio se an de poblar los yndios de los dichos pueblos recogiéndose todos él, con calles y barrios diferentes con distinçión de cada un yndio, …”. Finalmente, Luis Henríquez decidió dar comisión a Diego de Aspetia para que velara por la construcción del pueblo de Oicatá y Nemuza, nombrándolo juez poblador. Para ello, le fijó un salario diario de dos pesos de oro de veinte quilates que cobraría durante los treinta días establecidos para su construcción.

A pesar de los intentos por parte de la Audiencia para conformar el pueblo de Oicatá, la falta de controles posteriores a la emisión del auto propició que los naturales volvieran a sus antiguos asentamientos para estar al cuidado de sus labranzas, abandonando las casas y bohíos construidos en el nuevo emplazamiento. El 6 de julio de 1636 el licenciado Juan de Valcárcel emprendió una visita por el territorio conociendo las medidas adoptadas por su predecesor Luis Henríquez. La iglesia estaba construida y cumplía con los requisitos impuestos por su uso como lugar de doctrina. Las casas estaban levantadas pero la mayoría de los naturales las habían desocupado, por lo que, los indios no recibían las enseñanzas a las que estaban obligados. Según se desprende de los informes emanados por la diligencia de la visita, eran un total de 570 personas las que integraban la población agregada de los repartimientos de Oicatá y Nemuza, ambos de la encomienda de Miguel Ruiz. Entre ellos se contaba 1 cacique, 1 gobernador, 4 capitanes principales, 138 indios tributarios, 22 ancianos reservados, 35 ausentes y un grupo de 369 personas integrado por mujeres, niños y familiares de los indios tributarios. La situación, narrada por el personal enviado por la Audiencia, era la siguiente:

“… consta que muchos de los dichos yndios de diferentes capitanías no sirven ni asisten en sus casas y bohíos que tienen en el pueblo, teniéndolas solas, yermas, sin avitarlas sino que viven y asisten de ordinario en sus labranças y estançias en sus casas y bohíos que en ellas tienen de asiento, donde tienen su hazienda, ollas, gachas y piedras de moler distantes del pueblo a un quarto de legua y a media y mas y ellos entre sí apartados y divididos unos de otros sin forma de pueblo, sin venir a oyr misa y a ser doctrinados domingos y fiestas a la yglesia deste pueblo,…”.

Juan de Valcárcel emite un nuevo auto de población para los naturales de estos repartimientos. En primer lugar, ordena reagrupar a la totalidad de los habitantes. En segundo lugar, dictamina que los naturales que tuvieran su casa construida las volvieran a ocupar de manera permanente. Y en tercer lugar, manda que los indios que no tuvieran vivienda las levantaran siguiendo el modelo establecido, por sus cuadras y calles, «… en buena policía…». Una vez ejecutada su orden se procedería al derribo de las casas existentes en el primitivo asentamiento para impedir que se volviera a dar una situación parecida. Para su cumplimiento se dio comisión a Alonso Gómez Merchán, regidor de la ciudad de Tunja, para que velara por los intereses de la Corona y posibilitara el establecimiento real del pueblo. Durante los 30 días de plazo que le concedieron percibiría un salario de 2 pesos de ocho reales que le abonaría el corregidor de las demoras de los naturales. Una vez concluido su trabajo entregaría los certificados pertinentes que confirmaran el establecimiento del pueblo, que se archivarían junto a su comisión como poblador, para que quedara constancia de su cumplimiento. Por su parte, el cura Pedro de Ojeda ayudaría a Alonso Gómez en su cometido, alentando la población. Finalmente, se procede a señalar las tierras de resguardo de la siguiente manera:

“Y aviendo visto por vista de ojos todas las tierras y labranças que ay en contorno del dicho pueblo de Oycatá y las que tienen y labran de la otra banda del río hazia Combita, Suta, en presençia del dicho capitán Miguel Ruiz corredor, su encomendero, y del capitán don Pedro Merchán de Velasco y don Diego de la Rosa protector general de los naturales de esta visita //480v y del caçique, governador y capitanes e yndios prinçipales del dicho pueblo de Oycatá y Nemusa y de otras personas, y que hasta aora no han tenido señalados resguardos, y para que todos los dichos yndios y sus parçialidades y toda su gente y subjetos tengan tierras bastantes y sufiçientes, fértiles, útiles y de labor para sus labranças particulares de trigo (...), maíz y turmas y otros frutos y legumbres para su sustento y granjería para año y vez, y que las tengan deslindadas y para su labrança de comunidad, plaça, quadras, solares, ejidos propios, pasto y baldíos y cría de sus ganados mayores y menores que tienen o tuvieren,…”.

DOTACIÓN ARQUITECTÓNICA

El caso que analizaremos a continuación es de especial importancia y significación por lo que respecta a un proceso a gran escala de agregación de naturales y de contrataciones masivas de los templos doctrineros que se debían erigir en ellos.  La visita de Luis Henríquez será muy intensa y de ella derivará la conformación de 6 pueblos y el concierto con un mismo maestro de cantería para la dirección de sus 6 iglesias. Las seis agrupaciones que Henríquez proyectó se encontraban ejecutadas y definidas con el cambio de siglo:

1.ª Agregación: Los naturales de Sora de la encomienda de Antonio Patiño, los de Furaquira del menor Luis Arias Maldonado y los de Capitanejo de Cupazaina, que hacían un total de 330 indígenas.

2.ª Agregación: Los indios de Sasa y Chausa de la encomienda de Hernando de Rojas, los de Sámaca de la Real Corona, los de Foaca encomendado en Diego Bravo de Guzmán y los de Tibaquira de Alonso de Carvajal. Entre todos ascendían a 330 indios útiles, es decir, en edad de trabajar.

3.ª Agregación: Los indígenas de Motavita de Juan Sáez, Cuqueitagacha (Cucaita) de la encomienda de Alonso de Carvajal, Monquirá del menor Luis de Cárdenas y Guatenzana de Fernando Berrio.

4.ª Agregación: Los naturales de los pueblos de Cómbita encomendado en el menor de edad Pedro Niño, Suta de Francisco Niño y Motavita de Cerón. Entre todos hacían un total de 370 indios útiles.

5.ª Agregación: Los indios de los pueblos de Oicatá y Nemuza encomendados en Miguel Ruiz Corredor, haciendo un total de 300 naturales útiles.

6.ª Agregación: Los indios de Soracá encomendados en Juan de Morales, Sámaca de Antonio Cazalla, Chaine de Juan de Corate, Caga de María de Monsalve, Bagajique de Diego Nuñez, Citaquecipa de Isabel Zambrano y los de Viracusa de Antonio de Enciso. Todos hacían un total de 400 indios en edad de trabajar.

Luis Henríquez se concierta con el maestro de cantería Rodrigo de Albear para que éste se encargara de edificar las seis iglesias doctrineras, empleando para ello cuantos oficiales precisara. El contrato se emite en la ciudad de Santa Fe el 25 de junio de 1601 y en él se establece una traza común para todos los templos y las condiciones generales que se debían tener en cuenta durante el proceso constructivo, aunque existen disposiciones particulares que resaltaremos en su momento:

1. Las iglesias se debían edificar en las zonas más cómodas y con mejores condiciones medioambientales. Debían medir 50 varas de largo por 11 de ancho sin el soportal, excepto la de Soraca que debía alzarse con 54 varas de profundidad. En la anchura se cuentan 2 varas del grueso de las paredes y 9 de espacio interior. Las zanjas para la cimentación se debían abrir de una vara y media de anchura y profundizarse hasta dar con el terreno portante adecuado para soportar la obra. Los cimientos se realizarían de piedra apisonada y ascenderían hasta quedar un pie por debajo de la superficie de la tierra, desde donde se comenzarían a levantar las paredes de una vara de grueso en toda su altura.

2. Las seis iglesias estarían reforzadas con 11 estribos, uno de ellos ubicado en el centro del muro testero de la capilla mayor y los otros 10 distribuidos equitativamente por los lados mayores de cada templo. Estos contrafuertes se comenzarían a conformar junto con los cimientos y ascenderían hasta quedar a tres cuartas de la altura general de las paredes. Los estribos irían compasados cada tres tapias y tendrían la dimensión de una vara cuadrada, medida que disminuiría conforme se construyeran ya que debían presentar cierto desvío en su frente.

3. Los estribos se levantarían de ladrillo, piedra y cal, y los cimientos existentes entre las rafas de los edificios se ejecutarían con estos mismos materiales. La trabazón de la obra debía ser de dos ladrillos por los lados que superasen una vara de longitud y de uno cuando no se sobrepasara esta cifra.

4. La altura general sería de 6 varas desde la superficie de la tierra, construyéndose la primera de estas varas de mampostería en todo el perímetro de la obra. Entre las rafas se debían disponer tres hiladas de ladrillo que conformarían el espacio destinado a las tapias de tierra.

5. La capilla mayor de cada templo debía presentar testero plano y en uno de sus laterales se levantaría la sacristía. Esta dependencia mediría por su cara interna 16 pies cuadrados, sin contar el grueso de las paredes que estarían reforzadas por las esquinas de ladrillo y piedra, con estos mismos materiales se conformaría su portada. Las puertas debían realizarse de madera clavadiza y abrirse una ventana.

6. En la nave de las iglesias se abrirían cuatro ventanas para iluminar el interior. En el mismo recinto se conformarían dos portadas, una ubicada en uno de los laterales y la principal a los pies. La portada lateral se alzaría de ladrillo, cal y piedra y se remataría exteriormente por una cornisa. Por su parte, la portada principal, que se levantaría con los mismos materiales, se remataría por un arco de medio punto y cornisa por su cara externa, y presentaría basas de ladrillo y umbral de piedra. Sobre esta portada se alzaría un muro de mampostería que ascendería por encima del tejado para conformar el cuerpo de campanas de tres ojos que también estarían protegidas mediante la incorporación de una cornisa. Las iglesias se debían encañar y tejar.

7. Al altar mayor, ubicado en la capilla se accedería mediante una grada formada por tres escalones. Las iglesias se encalarían íntegramente a la finalización de los trabajos como venía siendo lo normal en estas construcciones. En el exterior se realizaría un alero de tres ladrillos de cuadrado para evacuar las aguas de la lluvia. En el perímetro interior de la capilla mayor se dispondría de un poyo corrido. La armadura que cubriría el conjunto se ejecutaría con varas toscas y contaría con la incorporación de nudillos de refuerzo en la estructura. Los tirantes serían pareados y se distribuirían equitativamente a una distancia de 10 pies, éstos irían labrados al igual que los canecillos sobre los que descansarían y los cuadrantes de sus esquinas. Pensamos que en la nave de cada iglesia la armadura sería de par y nudillo compuesta por varas toscas, sin cuadrantes y con los tirantes y canes sin labrar.

8. La capilla del baptisterio se alzaría en uno de los laterales a los pies de cada templo, aunque no se especifica cual. Tendría las mismas dimensiones que la sacristía y se construiría con los mismos materiales y forma. En su interior se ubicaría la pila del agua de bautismo sobre su basa y sumidero. Por otro lado, se labraría otra pila de piedra para contener agua bendita, que pensamos se ubicaría en el espacio interno de la nave y no dentro del baptisterio. La entrada a la capilla bautismal estaría delimitada por la incorporación de una reja de madera cuadrada. El carpintero estaría obligado además a realizar unas puertas de acceso en la reja, y una ventana en el hueco dispuesto por el albañil.

9. Se debía cerrar las portadas de las iglesias con sus puertas de madera y cerradura, éstas llevaría la clavazón que fuese necesaria.

10. A los pies de cada templo se levantaría el soportal. Este portalejo debía conformarse a partir del alargamiento en dos varas de los muros del templo, a modo de contrafuertes. La única nave con la que contaría el edificio se diferenciaría espacialmente de la capilla mayor a través de la realización de un arco toral, que propiciaría una división visual del espacio, este elemento marcaría la mayor importancia de la cabecera del templo con respecto a la nave.

11. Se fija como condición la posibilidad de que Rodrigo de Albear pudiera contar con los despojos y materiales que sobraran de los derribos de las iglesias antiguas de los pueblos de indios mencionados, sin que por este hecho se le descontara nada del presupuesto. Un dato novedoso de este contrato es el derecho que se le concede al constructor para poder apropiarse de los materiales que sobraran de la construcción de los nuevos templos.

12. En este apartado se le otorga la facultad de poder disponer de cuántos oficiales precisara, de nombrar alguaciles que quedaran al cuidado de las obras y de convenir con cada uno un salario justo.

Esta concesión es más que lógica si tenemos en cuenta que Albear tenía que ir desplazándose a todos y cada uno de estos pueblos para comprobar de primera mano el estado de las construcciones, no permaneciendo en ninguno de ellos durante mucho tiempo: “ Ytem, se le a de dar facultad para que pueda nombrar alguaziles españoles e indios para la soliçitud de las obras y para que pueda sacar ofiçiales españoles, mulatos, mestizos e yndios de todos ofiçios para que se ocupen en ellas, pagándoles el salario que con ellos conçertare, siendo justo y moderado, y para ello se le dará el recaudo necesario”.

13. Se le facilitaría el servicio de los indígenas que precisara en cada pueblo como peones, quienes no percibirían salario alguno por su trabajo. De esta manera no sólo colaborarían en labores de peonaje, sino también acarrearían piedra, cal, arena y madera, prepararían cal, teja y ladrillo, harían ramadas y hornos, y estarían al servicio del maestro de obras o de los oficiales para ir a la ciudad de Tunja o a otros lugares por lo que éstos necesitaran.

14. En este apartado se vuelve a subrayar que la iglesia de Soraca debía ser más profunda que las demás para dar acogida a su población, pero se recalca un hecho importantísimo y que no deja lugar a dudas, y es que salvo en la longitud «…en todo lo demás no a de aver diferencia alguna…» Los templos debían estar edificados en el plazo de un año y medio que se comenzaría a contar a partir del 1 de julio de 1601.

Por cada iglesia percibiría un total de 1.200 pesos de oro de veinte quilates, pagados por el sistema más habitual de tercios.

Pero existía una excepción para el caso de Sámaca ya que éste pertenecía a la Real Corona.

La fianza se firma el día 25 de junio por los otorgantes Sebastián del Castillo y Diego Galeano a favor de Rodrigo de Albear en la construcción de las seis iglesias. De este documento el escribano informa en uno de los márgenes que se hicieron numerosas copias que se trasladaron a los pueblos de Sora, Sámaca, Motavita, Cómbita, Oicatá y Nemuza y Soracá, donde se iban a edificar los templos. Otra copia se hizo para Rodrigo de Albear el 28 de diciembre de 1604.

Debemos esperar a la visita efectuada por Juan de Valcárcel el 6 de julio de 1636 para conocer más datos sobre la iglesia de Oicatá. Del libro de fábrica se desprende que la iglesia cumplía con los condicionantes impuestos por las autoridades, siendo muy semejantes a las construidas en el resto del Altiplano, con sacristía y capilla bautismal, con una armadura protegida por un tejado a dos aguas: “... la yglesia de este puevlo que es de vuen edifiçio, capaz y deszente para la doctrina de los dichos yndios, cuvierta de texa y vien enmaderada, con su sacristía y capilla de vaptismo, puerta, zerraduras y llave, y tiene dos puertas, la prinçipal y la del Perdón...”.

TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS Y MATERIALES

Iglesia de mampostería cubierta con una armadura de par y nudillo rematada con tejas.

Mampostería, ladrillo, piedra, madera y cal.

Nivel de protección

BIEN DE INTERÉS CULTURAL. Resolución 1686 del 1 de diciembre de 2004.

Estado de conservación

Bueno.

Observaciones

4.- FUENTES DE INFORMACIÓN

4.1. BIBLIOGRAFÍA

ALMANSA MORENO, José Manuel. “Pintura mural en los templos doctrineros del Altiplano Cundiboyacense.” En  Atas do IV Congresso Internacional do Barroco Íbero-Americano, 173-192. Minas Gerais: Universidade Federal de Ouro Preto – Escola de Minas, 2008. https://rio.upo.es/xmlui/bitstream/handle/10433/5627/13_J_M_almansa.pdf?sequence=1&isAllowed=y

ALMANSA MORENO, José Manuel. Pintura mural en el Nuevo Reino de Granada. Vol. 18, Sevilla, Enredars, Universidad Pablo de Olavide, 2021.

CHICA SEGOVIA, Angélica. El estudio de los aspectos histórico- tecnológicos de las iglesias de pueblos de indios del siglo XVII en el Altiplano Cundiboyacense como herramienta para su valoración y conservación (tesis de doctorado). Bogotá, Colombia: Universidad Nacional, 2015.

CHICA SEGOVIA, Angélica. La diversidad arquitectónica y tecnológica en las iglesias de los pueblos de indios del Altiplano Cundiboyacense colombiano construidas entre 1579-1616. Anales del Museo de América. Madrid, España, vol. XXIV, pág. 19-44, 2015.

MENESES SÁNCHEZ, Óscar Antonio. (2021). Metodología para el análisis del comportamiento de sistemas de cubiertas en madera en edificaciones patrimoniales sometidas a movimientos sísmicos mediante modelos a escala: Estudio de caso: Templo Doctrinero de Oicatá (Boyacá), análisis de la interacción con los muros. Universidad Nacional de Colombia. Tesis de Grado, Maestría de Construcción. Universidad Nacional de Colombia.

REINA MENDOZA, Sandra. Traza urbana y Arquitectura en los pueblos de indios del altiplano cundiboyacense. Siglo XVI a XVIII. El caso de Bojacá, Sutatausa, Tausa y Cucaita. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. 2008.

ROMERO-SÁNCHEZ, Guadalupe. Los pueblos de indios en Nueva Granada. Granada: Editorial Atrio y Universidad Nacional de Colombia, 2010a.

ROMERO‐SÁNCHEZ, Guadalupe. Iglesias doctrineras y trazas urbanas en Nueva Granada. Granada: Editorial de la Universidad, 2012, pp. 40-44 y 463-489.

4.2.- DOCUMENTACIÓN

A.G.N. de Colombia. Sección Colonia. Fondo Visitas Boyacá. Tomo 2. Rollo 15. Folios: 607r-608r.

A.G.N. de Colombia. Sección Colonia. Fondo Visitas Cundinamarca. Tomo 5. Rollo 43. Folios: 861r-864r.

A.G.N. de Colombia. Sección Colonia. Fondo Visitas Boyacá. Tomo 2. Rollo 15. Folios: 575r-576r.

A.G.N. de Colombia. Sección Colonia. Fondo Visitas Boyacá. Tomo 2. Rollo 15. Folio: 473r.

A.G.N. de Colombia. Sección Colonia. Fondo Fábrica de Iglesias. Tomo 20. Rollo 20. Folios: 426r-426v.

4.3.- OTRAS FUENTES (crónicas, anales, etc)

AUTOR/A DE LA FICHA

GUADALUPE ROMERO-SÁNCHEZ